Más allá de El guardián entre el centeno, escribió prodigios puntuales que se sujetaban en la misteriosa capacidad de la escritura para acompañar a la experiencia sin suplantarla, artefactos independientes, modelos sensatos. Literatura no metafórica, ni abrumada por la voz, elegante y precisa, propia y sin ofensa, puede que perfecta. Y lo hizo siempre como si nada. Un esfuerzo tan enorme y bien disimulado que merece sin duda la gloria.
Su familia es cualquiera, al otro lado de su ventana está el parque que no siempre vemos. Lo que hacen los patos en invierno a nadie le incumbe.
Del misterio de Salinger nunca sabremos otra cosa que lo que él mismo nos ha contado y seguramente no hay mucho más que saber. Su influencia es enorme, su camino, imposible de seguir. No pasa nada, tampoco hay quien camine derecho tras las huellas de Thomas Hardy. Lo complicado es conseguir una escritura que se acerque a su estatura, desde cualquiera de los caminos elegidos. Ese sendero en la nieve que como él mismo demostró, no esconde nada más que los pasos de un hombre solo."
Ray Loriga, Sin introducción, El País, 29 de enero de 2010
Etiquetas: J. D. Salinger, literatura, Ray Loriga, Thomas Hardy