[un día antes.]
[un día después.]
me enamoro de los lirios amarillos de mi vecina que veo desde la ventana. esos lirios que hasta hace poco disfrutaba mi abuela. mis lirios son morados. los suyos blancos y amarillos. me decido a proponerle un trueque: le cambio mi último lirio morado (este año sólo he tenido 11
lirios) por uno de sus amarillos. acepta.
no puedo dejar de mirarlo: es prodigioso, de verdad, más prodigioso que los morados, no sé por qué.
el jabón de potasa que empleo con alegría y desmesura contra los pulgones de los brotes más tiernos de mis plantas resulta absolutamente infructuoso. adelante, pulgones, estableced vuestros campos de trabajo en esas yemas jugosas y húmedas, me rindo.
la tierra está sembrada de conchas, piedras y diversos objetos inútiles que me apena tirar y que voy colocando cual urraca en este patio-jardín. todos los días coloco una cuenta de cristal en la maceta del manzano pequeño y todos los días me la encuentro en otro lugar. creo que el mirlo está jugando conmigo.
[mirlos y mirlas, mi estupenda mansión entre la hiedra sigue disponible para lo que gustéis, alquiler más que razonable. buenas vistas. razón aquí.]
nublado, cielos preciosos, silencio, pájaros.
silencio.
me cuesta respirar. en concreto no puedo respirar con el pulmón izquierdo. llevo semanas así. es incómodo, frustrante, limitado. me agobio.
he soñado con
Marlaska (= Mario + Alaska). yo soy un hombre barbudo que aparece en el
loft gris y minimalista de la pareja (nada que ver con su
casa real). Alaska me dice que tiene que hacer un arroz violeta pero que siempre se le queda pastoso. yo me ofrezco para hacerle un arroz violeta seco y en su punto. el perro de Olvi (una especie de labrador mestizo y grande) se incrusta en mi cadera derecha, como si de una riñonera peluda se tratase, así permanece durante todo el sueño. cuezo el arroz (que es blanco a pesar de su nombre) pero este desaparece del agua una vez cocido. Alaska está muy decepcionada. Marito no come arroz.
viene mi padre a verme: le pongo a afilar cuchillos.
descubro que
salir a la calle en
pijama es muy
cool. oh.
y también que viajar en
furgonetas y caravanas
vintage es lo más. doble oh. en una semana estaré por la Aquitania en una furgo azul nube de lo más demodé :-)
mi frente retrocede como los glaciares: he decidido rebautizarme como
Punsetina.
Etiquetas: abuela, animal, Eduard Punset, Mario Vaquerizo, Olvido Gara, padre, sueños