el
árbol de enfrente de casa tiene una cruz verde pintada sobre el tronco: está sentenciado a muerte, mañana vendrán a cortarlo, está podrido por dentro aunque sigue lleno de hojas verdes; cualquiera diría que está vivito y coleando.
fuimos a ver
Up en 3D: mareadita e impresionada salí de los adelantos digitales, del relieve y de todo el cine lleno de fans de los
Blues Brothers, excepto beluga y
yo que somos más de la
Niña de La Puebla. (el precio que pagamos fue verla doblada pero los brincos que pegaba yo en mi butaca cuando se abalanzaba algo desde la pantalla sobre todos los mafiosos que llenábamos el cine bien valen
esas voces.)
esta mañana al pasar delante del
Museo de Antropología he leído en su friso:
NOSCE TE IPSUM y me he preguntado dónde ha ido a parar todo el latín que estudié durante 6 años (¡¡¡6 años!!!); incapaz soy de traducir estas tres palabras cinceladas y rotundas :-( ganas me dan de volver a estudiar latín, me en-can-ta-ba el latín aunque mi cerebro no debe de estar de acuerdo con esta afirmación pues lo he olvidado
to-do.ayer en la consulta del psiquiatra éramos tres esperando a ser llamados: un treintañero gafapasta, con sandalias alemanas que leía a Proust, un anciano al que ni miré la cara y yo, clon del treintañero pero sin Proust, con
Siri y una década más allá. oigo decir al anciano-sin-cara:
los intelectuales van más al psiquiatra que el resto. el proustiano y yo nos miramos y llegué a la conclusión de que esa frase bien valía la visita psiquiátrica. para celebrarlo nos fuimos a la sierra a comer arroz con sepia, a jugar (y ganar) al Trivial y conocer las nuevas
bombonas de butano.
se hace de noche antes. y lo noto.
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