La noche del armadillo
Resulta inquietante
pasar otra noche en blanco
calculando la subida del Euribor
la amortización de la amistad
los elevados costes del amor
hasta caer rendida por el sueño.
Y a la mañana siguiente
descubrir perpleja
la perturbadora presencia
de un armadillo bajo la almohada.
Ana Lacarta
pasar otra noche en blanco
calculando la subida del Euribor
la amortización de la amistad
los elevados costes del amor
hasta caer rendida por el sueño.
Y a la mañana siguiente
descubrir perpleja
la perturbadora presencia
de un armadillo bajo la almohada.
Ana Lacarta
Etiquetas: Ana Lacarta, literatura
Ayer me sentí tan solo, que me fui al lugar más triste que conozco. Me fui a Zolina. Un lugar al que pocos iban cuando yo estudiaba. Yo me llegaba caminando, y volvía a dedo ¿Tendrá diez casas habitadas? Ni una taberna. Ni un alma por las calles. Su iglesia, allá en lo alto de un otero, como en tantos pueblicos de la Comarca de Pamplona, está medio arruinada. Lucía el sol en el aire frío. La noche había dejado un centímetro de hielo en la superficie del pilón. El paisaje, un páramo de tierras de labor y terreno inculto tapizado de arbustos rastreros de color pardo.
La tristeza es un lugar que visito muy a menudo, y cuando me doy de bruces con ella vuelvo sobre mis pasos porque no tiene nada interesante que decirme.
Un abrazo.
Me gustó mucho el poema.
Zolina está, en efecto, en un valle sin salida. Hay que volver sobre los propios pasos para salir.