"El Pequeño anuda sus brazos a mi cuello y me recita la poesía muy bonita, como recitan todos los pequeños, al modo de los pescadores de perlas, sin respirar una sola vez."
Daniel Pennac, La felicidad de los ogros
Daniel Pennac, La felicidad de los ogros
Etiquetas: Daniel Pennac, literatura
En cuanto llegues a casa voy a convertir tus manos en hueco de árbol (y no tardes, que tengo hambre siempre, sin respirar una sola vez...)