13 septiembre 2005

Para crear versos se necesita poseer

Aunque solo sea por un instante,
La elasticidad de una libélula.
Se necesita estar embriagado hasta los tuétanos
Por el licor dulce y amargo de las palabras.

Y entonces con cuarenta de fiebre y el pulso acelerado,
Te dejas llevar, y, primero, empiezas a escribir sin ton ni son,
Pero luego se te va afianzando el corazón con cada vuelco
Empapado en lluvia, y, en medio de unos de esos vuelcos,
Dices ya está, ya lo tengo: “Oído, cocina”.

Isabel Alamar Torró

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