r2 (revival romántico o rosario de responsos)
[léase con ojos decimonónicos y en voz queda:]
"Tú, mi carnaval de imágenes sombrías, tú mi luna llena en el paladar, tú mi ambrosía en el desierto, tú mi salmo de amor y mi anhelo congelado. Tú mi verde valle y mi fortaleza de petunias y azucenas. Tú mi jarrón de porcelana. Tú mi caos y mi delirio, tú mis atardeceres lluviosos en el otoño sagrado, tú la fábula de miel de mi vida. Tú mi palacio en el arco iris. Tú mis escaleras a Dios, mi lira rota, mi oasis y mi cadena, tú mi oveja y mi loba voraz, tú mi pastor, tú mi relámpago, tú mi resurrección, tú mi gozo y mi ira, tú, que me hiciste plena sólo más allá de las cosas, tú el tenue chapoteo de mis nubes, tú mi daga victoriosa y mi cincel candente. Tú mi escudo en la lid, tú mi capa en medio de la ventisca y mi candil en el extravío. Tú mi cofre de alhajas y mi cascada en la sequía. Tú mi dormida reina y yo tu juglar desvalido. Tú el aúreo nimbo de la efigie y yo el pedestal devorado por la carcoma. Tú mi ciudadela de cristal, mi bastón en la ceguera. Tú mi diadema y mi única cuerda, la soga que impide que me hunda en el torbellino de las horas. Tú, mi mendrugo de pan en la solitaria travesía. Tú mi penuria invernal, tú mi primavera eterna. Tú mi cítara y mi laúd. Tú mi armonía y mi silencio. Tú mi ángel de expresión ausente. Tú mi bandera y mi sed. Tú mi solfeo, mi carro ígneo hacia el Olimpo, tú mi ilusión roída, tú mi conjura nunca consumada. Tú, onda de mi océano. Tú, rayo de mi sol. Tú mi estrella errante. Tú mi tatuaje y mi pantano. Tú mi pétalo rasgado... [...] Tú, mi voz de sirena, tú mi ónice, mi corona de organdí y de púas. Tú mi rumor y mi oración secreta. Tú mi hoja tránsfuga y mi bitácora, tú el océano de mi sol, tú el proemio a mi tristeza, el ancla y la cadena, el mástil y las velas, tú mi verbo y mi tartamudez, tú mi almendro en flor, mis albricias y jadeos, tú mi libélula, tú mi pasión amarga, mi monólogo inútil y mi cereza aplastada. Tú, crecida al amparo de mi timidez, sólo tú mi luciérnaga, tú mi malla de acero, mi seda suave y mi sábana mojada. Tú el rayo que llenaba de color turquesa las estancias, tú mi álamo blanco y mi refugio en la tormenta, tú mi nardo y mi azalea, tú mi motín, mi aquelarre en miniatura. Tú el rocío y yo la vaguada. Tú mi último suspiro, mi arañazo en la aurora. Yo el cuerpo encarcelado y tú la cárcel de mi cuerpo. Tú mi banquete inconcluso, tú mi concierto, tú mi oquedad plena y mi caída entera. Tú, sólo tú la virginal alfombra de helechos sobre la que construí un sueño de ámbar y hielo. Tú mi jergón de ortigas. Tú, déspota en el atardecer, tú mi blasfemia y mi auriga hermosa, tú mi acantilado altivo, mi aprendiz de saeta y mi arroyuelo escarlata. Tú mi ídolo de barro y yo tu sierva, tú mi pétalo terso y yo tu clavel rugoso. Tú mi criatura hambrienta y mi metáfora nunca hallada. Tú mi frondoso barranco, mi murmullo y mi sobresalto. Tú mi perfume ignoto y mi turbio reposo, tú la emperatriz de mis pómulos envejecidos. Sólo tú mi vida, mi ágata perdida. Tú mi corazón de bronce y yo tu titán desplomado. Tú mi héjira disecada, tú mi sombría meta y mi catástrofe. Tú mi letargo y mi congoja, tú mi vena cortada y mi simiente. Tú mi crepúsculo, mi diosa en el alba, mi orquídea en el pecho. Tú el sándalo y la mirra. Tú mi agua fría sobre los ojos en las noches de estío y yo ese páramo de nadie que abrasaba tu sola presencia."
Javier García Sánchez, Última carta de amor de Carolina von Günderrode a Bettina Brentano
"Tú, mi carnaval de imágenes sombrías, tú mi luna llena en el paladar, tú mi ambrosía en el desierto, tú mi salmo de amor y mi anhelo congelado. Tú mi verde valle y mi fortaleza de petunias y azucenas. Tú mi jarrón de porcelana. Tú mi caos y mi delirio, tú mis atardeceres lluviosos en el otoño sagrado, tú la fábula de miel de mi vida. Tú mi palacio en el arco iris. Tú mis escaleras a Dios, mi lira rota, mi oasis y mi cadena, tú mi oveja y mi loba voraz, tú mi pastor, tú mi relámpago, tú mi resurrección, tú mi gozo y mi ira, tú, que me hiciste plena sólo más allá de las cosas, tú el tenue chapoteo de mis nubes, tú mi daga victoriosa y mi cincel candente. Tú mi escudo en la lid, tú mi capa en medio de la ventisca y mi candil en el extravío. Tú mi cofre de alhajas y mi cascada en la sequía. Tú mi dormida reina y yo tu juglar desvalido. Tú el aúreo nimbo de la efigie y yo el pedestal devorado por la carcoma. Tú mi ciudadela de cristal, mi bastón en la ceguera. Tú mi diadema y mi única cuerda, la soga que impide que me hunda en el torbellino de las horas. Tú, mi mendrugo de pan en la solitaria travesía. Tú mi penuria invernal, tú mi primavera eterna. Tú mi cítara y mi laúd. Tú mi armonía y mi silencio. Tú mi ángel de expresión ausente. Tú mi bandera y mi sed. Tú mi solfeo, mi carro ígneo hacia el Olimpo, tú mi ilusión roída, tú mi conjura nunca consumada. Tú, onda de mi océano. Tú, rayo de mi sol. Tú mi estrella errante. Tú mi tatuaje y mi pantano. Tú mi pétalo rasgado... [...] Tú, mi voz de sirena, tú mi ónice, mi corona de organdí y de púas. Tú mi rumor y mi oración secreta. Tú mi hoja tránsfuga y mi bitácora, tú el océano de mi sol, tú el proemio a mi tristeza, el ancla y la cadena, el mástil y las velas, tú mi verbo y mi tartamudez, tú mi almendro en flor, mis albricias y jadeos, tú mi libélula, tú mi pasión amarga, mi monólogo inútil y mi cereza aplastada. Tú, crecida al amparo de mi timidez, sólo tú mi luciérnaga, tú mi malla de acero, mi seda suave y mi sábana mojada. Tú el rayo que llenaba de color turquesa las estancias, tú mi álamo blanco y mi refugio en la tormenta, tú mi nardo y mi azalea, tú mi motín, mi aquelarre en miniatura. Tú el rocío y yo la vaguada. Tú mi último suspiro, mi arañazo en la aurora. Yo el cuerpo encarcelado y tú la cárcel de mi cuerpo. Tú mi banquete inconcluso, tú mi concierto, tú mi oquedad plena y mi caída entera. Tú, sólo tú la virginal alfombra de helechos sobre la que construí un sueño de ámbar y hielo. Tú mi jergón de ortigas. Tú, déspota en el atardecer, tú mi blasfemia y mi auriga hermosa, tú mi acantilado altivo, mi aprendiz de saeta y mi arroyuelo escarlata. Tú mi ídolo de barro y yo tu sierva, tú mi pétalo terso y yo tu clavel rugoso. Tú mi criatura hambrienta y mi metáfora nunca hallada. Tú mi frondoso barranco, mi murmullo y mi sobresalto. Tú mi perfume ignoto y mi turbio reposo, tú la emperatriz de mis pómulos envejecidos. Sólo tú mi vida, mi ágata perdida. Tú mi corazón de bronce y yo tu titán desplomado. Tú mi héjira disecada, tú mi sombría meta y mi catástrofe. Tú mi letargo y mi congoja, tú mi vena cortada y mi simiente. Tú mi crepúsculo, mi diosa en el alba, mi orquídea en el pecho. Tú el sándalo y la mirra. Tú mi agua fría sobre los ojos en las noches de estío y yo ese páramo de nadie que abrasaba tu sola presencia."
Javier García Sánchez, Última carta de amor de Carolina von Günderrode a Bettina Brentano
Etiquetas: Javier García Sánchez, literatura